Cuando el ébola entra en el cuerpo, ataca a distintas células. Cuando llega hasta la superficie que recubre un vaso sanguíneo, se multiplica tan rápidamente que destruye el vaso por completo y causa una grave hemorragia interna. El ébola satura el vaso sanguíneo y genera coágulos que bloquean el flujo sanguíneo y impide que la sangre llegue a los órganos vitales, y estos empiezan a fallar.
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